Por. M. Arq. Modesto Alejandro Aceves Asencio
Discruso de graduación dedicado a la XIV generación ESARQ.
Haber escogido una escuela como la ESARQ para estudiar la carrera de arquitectura supongo que debió tener pros y contras. Yo considero que algunos de los puntos a favor son la firme intención de la institución de formar personas antes que profesionistas; mejores seres humanos antes que empresarios exitosos. Tener una educación personalizada y acompañar por un corto tiempo a los aprendices de arquitectura para compartir juntos experiencias de vida.
Es evidente que aquí adquirieron muchas habilidades y conocimientos específicos. Aprendieron a dibujar, hacer levantamientos, fotogrametrías, maquetas… propuestas arquitectónicas respetuosas en sitios patrimoniales; desarrollaron habilidades tecnológicas, aprendieron a realizar proyectos ejecutivos, etc., etc. Pero sobre todo, aprendieron a trabajar en equipo, a tolerarse mutuamente, a interactuar con los usuarios o los clientes potenciales, aprendieron a hacer amigos, pero sobre todo aprendieron que su trabajo tiene que estar al servicio de los demás y que los talentos y capacidades que les han sido confiados tienen que disponerse al bien común siempre por encima del bien de unos cuantos.
Es decir, asumieron que su trabajo se tiene que hacer con valores y compromiso social, respetando por encima de todo la dignidad del ser humano, compartiendo y ejerciendo los principios de la Escuela Superior de Arquitectura que es en donde se formaron.
Para mí fue un gusto haber compartido con ustedes la pasión por la arquitectura y un honor que me permitan dirigirles estas palabras.
Recuerden que nuestra carrera es en algunas ocasiones el pretexto para hablar de filosofía, de historia, de tecnologías, ética y hasta de música. Esto fortalece el lado humano del individuo. Por algo se dice que: “El arquitecto debe ser el hombre más culto de su tiempo”.
Quisiera aquí parafrasear al maestro Ignacio Díaz Morales para que tengan presente que “Tanto más valdrá una cultura cuanto más rinda culto y cultive la vida” y que “los actos humanos perfectos suelen hacerse de manera cotidiana como puede ser la convivencia y la comunicación familiar”. Él nos recalcaba una y otra vez una de sus exhortaciones más vehementes tomada y corregida de san Agustín: ¡Sean poetas y hagan lo que quieran!
Reflexionen permanentemente que la arquitectura y el desarrollo de la ciudad no pueden ser un capricho. Siéntanse seguros de sí mismos. Si es genuino el espíritu creador que tienen, harán buena arquitectura.
Acuérdense que el arquitecto tiene el deber de defender a su ciudad. Deb
e orientar las desorientaciones de sus clientes y asume que la decoración es exclusivamente la dignificación: Ni más ni menos de lo indispensable.
Jóvenes: la sociedad espera de ustedes, las nuevas generaciones de arquitectos, que vengan con un empuje contundente para abatir el desánimo que hay en nuestra patria y abonen para erradicar la desigualdad entre los mexicanos. Busquen siempre la verdad, apasiónense por la arquitectura, ayuden al desvalido y traten con respeto a sus semejantes. Ustedes son una esperanza. Sean auténticos y divertidos ya que la vida es muy corta. Pongan su creatividad al servicio de los demás. Sean críticos mas no criticones. Aporten todo lo que esté de su parte para que de manera responsable se siga escribiendo la historia de piedra que es la historia de la arquitectura, ésta que nos toca hacer hoy en pleno siglo XXI.
Amen mucho. Amen a los demás y amen lo que hacen y de esta manera serán felices. Viajen lo más que puedan y recuerden siempre que: maestro es aquel que está delante de ti. Nunca pierdan su capacidad de asombro.
Les deseo una vida llena de éxitos personales y profesionales. Lleven en alto el nombre de la institución en donde estudiaron ya que es una escuela que rápidamente se ha posicionado con prestigio y peso específico, sensible a temas sociales, y a ustedes, los recién egresados, les toca ahora abonar porque así se siga manteniendo.
Muchas gracias y muchas felicidades.
Modesto Alejandro Aceves Asencio