Nuevos modos / Nuevas prácticas

Por: Arq. Mariano Ferretti

La crisis actual en los modos de producción globales y su correspondiente desconfianza por parte de los usuarios hacia estos modos, nos hace pensar que es necesario rever prácticas alternativas, como por ejemplo nuevos modos de asociacionismo, cooperativismo, etc. El ejercicio profesional es ahora un mecanismo de producción colectiva y por tanto de carácter abierto y cambiante.

El reflejo de estos nuevos métodos en la producción de la ciudad se hace palpable en la aparición de espacios vitales en la periferia, que dan la posibilidad de amortiguar el crecimiento urbano desde prácticas sostenibles en las que la participación del profesional en conjunto con entidades intermedias, favorece nuevos y potenciales debates. Es el caso de las Eco-periferias, como nuevas categorías de sostenibilidad en el desarrollo y crecimiento de las ciudades.

La vivienda y el espacio público son los ejes desde los cuales se deben lanzar estas prácticas “alternativas” a los modos “standard” y desde allí generar los nuevos tejidos.

Replantear por un lado la vivienda, permitiría pensar en espacios compartibles con su entorno inmediato, con las porciones de espacio público susceptibles de absorber nuevas categorías y su permutabilidad. En el centro de estas actitudes podríamos situar un tercer elemento configurador del paisaje, como por ejemplo los huertos urbanos o equipamientos similares que tengan la capacidad de vincular el espacio doméstico y el espacio público, además de permitir la inclusión de técnicas alternativas de almacenamiento y utilización de energías.

Sobre lo doméstico…

A lo largo de estos últimos años, hemos visto cómo la práctica arquitectónica se ha ido reciclando en más o en menos aspectos cualitativos relacionados con el abordaje de las soluciones del hábitat domestico.

Son muchas las referencias que se podrían tomar en cuenta en este aspecto, pero son pocas las soluciones verdaderas y frontales que se han podido ir dando a esta problemática.

El hábitat doméstico y por antonomasia “la casa” como programa sigue siendo el terreno desde el cual se siguen lanzando aquellos que tienen la posibilidad de materializar la práctica profesional y en pocos casos donde se cristalizan las vías de un pensamiento original, superador.

En este contexto, la tecnología o mejor dicho aún, las tecnologías que han superado el marco de lo utilizable en arquitectura, se han ido convirtiendo en motivo de segregación y dispersión de los procesos tanto de proyecto como de materialización.

Si de proyecto hablamos, podemos decir que se ha ido transitando desde ciertos estadios en que el programa de la casa, además de existir como tal, era la fiel asimilación de un “organismo” con todas sus partes tratadas como elementos indispensables, a otras fases en que la irrupción tecnológica prometía incorporar algo que hasta el momento era impensable: la virtualidad de esos escenarios domésticos entendida como la desintegración de la estanqueidad funcional u organizativa del “programa” y la nueva materialización de estructuras morfológicas intercambiables. Sin embargo no hemos sido capaces de alcanzar una verdadera sincronía entre práctica y discurso ya que esta disponibilidad técnica parece haberse enquistado en el ámbito de la configuración de nuevas pieles y componentes de avanzada para éstas, como modo de alcanzar la inmaterialidad que las acerca a la deseada virtualidad, pero que no logran cristalizar cambios sustanciales.

En su libro La casa collage(1), Xavier Monteys arriesga una posible respuesta al vértigo de estos cambios en los modos: “…Sin que sirva para negar que existe una necesidad real de viviendas diversas, este planteamiento (el de los nuevos modos y sus consecuencias) puede ayudar a entender que una manera de resolver muchos de estos casos puede ser fomentar la ambigüedad de las piezas de la casa, incidiendo en su tamaño, en la posición que ocupan o en la relación que guardan entre sí…”

El pasaje de “organismo” a “órgano” en la asimilación programática de la vivienda, se aleja de esta afirmación, por cuanto es evidente el abandono o mutación –en lo propositivo– desde la intimidad de la vida domestica hacia extra-muros como manifestación del alcance técnico, entendiendo la vivienda como objeto y no como sujeto. Sería a partir de esta “ambigüedad” desde donde alcanzaremos el genuino salto hacia un estado propositivo superador.

Es necesario entonces, retomar el cambio hacia el interior vital de la vida doméstica e invertir el proceso fuera-dentro hacia dentro-fuera como se había comenzado a reproponer en las décadas de los 50′ y 60′ donde los cambios de vida fueron tan importantes como en la actualidad; siendo la tecnología entonces una incipiente herramienta con la cual alcanzar una verdadera revolución.

Figura 1: Edificios de apartamentos Charlotemburg-Nord de Hans Scharoun (1956-1961). Dos apartamentos que funcionan intercambiando el espacio de cocina y el baño como paso.

Figura 2: Escultura de Pablo Palazuelo “Indret”: estructura de espacio doméstico con  configuraciones complejas.

(1) Xavier Monteys/Pere Fuertes: “Casa Collage, un ensayo sobre la arquitectura de la casa” – GG, Barcelona 2001.

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