¿Cuántos atropellamientos masivos necesitamos para cambiar el sistema de camiones en Guadalajara?

Por: Mtro. Urb. José Javier Gómez Álvarez

¿La cancelación de la concesión de una ruta ocurre hasta que se atropella a 19 personas? ¿Cuándo sea una sola la persona atropellada, la concesión se ratifica como si nada?

50 años de cárcel al chofer causante, ¿o qué tal cadena perpetua o trabajos forzados? ¿Y los que se benefician del sistema, los corresponsables que propugnan para que las cosas sigan igual?, tan tranquilos y campantes, ¿ganarán de nuevo una vez disipado el humo del viernes pasado?

Que el boleto baja a seis pesos, ¿y por qué no a cinco o a cuatro? ¿O quizá debiera mejor pagárseles a los arriesgados usuarios que exponen sus vidas en cada carrerita camionera? Porque por lo visto, cada travesía tiene hoy visos de mortal.

Estos son solo algunos de los cuestionamientos que surgen tras el hecho triste de la Prepa 10, pero sobre todo, del sinsentido en que se ha convertido nuestro sistema camionero en su conjunto: irregularidad, contaminación, violación de las más elementales reglas de transito: camiones a alta velocidad presionando a los demás conductores –quienes tampoco somos una joyita de presumir en esta ciudad, incapaces, entre otros, de ceder el paso a un peatón. Es un problema colectivo de civilidad, en el que los camioneros son solo la punta del iceberg, y visto desde otro punto, aunque suene paradójico, también sus primeras víctimas, porque es verdad que los choferes tienen las peores condiciones laborales: conducen, cobran y son presionados para alcanzar una cuota determinada.

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Que sencilla se vio la cancelación de una concesión, de una ruta, que además resultó irregular con diez unidades extras que las que tenía autorizadas, ¿será factible revisar así la totalidad de las concesiones, y lograr la esperada reestructuración?

Solo cuando se alcancen condiciones dignas para usuarios y choferes, y que los concesionarios entiendan que hay formas distintas de hacer un negocio, que es muy válido, es que este problema logrará superarse. Por supuesto, sobre la base de un ordenamiento integral de la movilidad metropolitana, y de un proyecto de ciudad futura que cada vez se nos presenta más urgente.

Será motivo de otro espacio abundar sobre la mencionada “civilidad automovilista” en Guadalajara, donde los conductores particulares no estamos en posición de arrojar la primera piedra, lo mismo que de más de algún ciclista banquetero que se torna en el tercer predador del peatón, ahora a dos ruedas, y en el único espacio que a los peatones les resta.

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