Por Mtro. Sergio F. Méndez
La redensificación urbana en Guadalajara, es decir, el incremento en alguna medida del actual grado de densificación de sus áreas urbanas, ha aparecido como una de las grandes políticas en la materia, con la finalidad de resolver el problema de los costos que genera el establecimiento de vivienda en áreas apartadas del gran núcleo urbano de la ciudad.
El llamado problema de la “pulverización” de asentamientos humanos en el territorio del Área Metropolitana de Guadalajara tiene sus orígenes en un proceso similar ocurrido en el desarrollo de las grandes ciudades: un crecimiento de producción de vivienda derivado de la creciente demanda de vivienda, precedido, a su vez, por progresivas tasas de crecimiento poblacional de la ciudad. Este crecimiento también provocó la demanda de suelo destinado a la administración pública y al comercio, que requería de mayor espacio a fin de satisfacer la demanda ciudadana. Dada la capacidad económica de ambas, se lleva a cabo un proceso de sustitución del uso del suelo habitacional ubicado en el área central por los de uso administrativo, comercial y de servicios, por una lógica económica que va evolucionando con el tiempo.
Imagen de la zona de Tlajomulco. Todos son fraccionamientos.
Tanto el “desplazamiento” de la vivienda en el centro, como la creciente demanda ocasionada por el crecimiento natural de la población, empieza a ocasionar el proceso de ocupación de áreas habitacionales en áreas contiguas al tejido urbano y, posteriormente, allá por los años ‘50, al nacimiento y desarrollo de áreas habitacionales en los suburbios (en áreas naturales y productivas), que aprovechan los bajos costos del suelo y una buena accesibilidad supeditada a la utilización del automóvil. Lo anterior produce una ocupación creciente en estos sitios por parte de una población preferentemente de clase socioeconómica media y alta, dadas las características de los primeros desarrollos. Así nacen y crecen los fraccionamientos llamados “jardín”, como parte de un sueño tapatío de acercarnos a modelos ya consolidados en el país del norte. Esto representaba la idea de un grado mayor de calidad de vida.
Posteriormente, a raíz de la cada vez más creciente demanda, y la aparición de enormes recursos para financiar la construcción de vivienda de interés social, especialmente con las políticas de la administración de Fox, se inicia la galopante creación de desarrollos cada vez más distantes del tejido urbano, de menor calidad, aunque mayor facilidad de adquisición para el bolsillo de las mayorías. Estos nuevos desarrollos de interés social, nacen y crecen con serias deficiencias en su accesibilidad vial, mayores tiempos de recorrido de y hacia el lugar de trabajo y, las más de las veces, inadecuada infraestructura para el abastecimiento de agua, drenaje y energía eléctrica.
Desde hace algunos años se ha acelerado el problema de la dispersión de estos asentamientos, su abandono y, por tanto, la irresuelta provisión de vivienda para la población de escasos recursos.
Con el fin de detener la ya acelerada dispersión de asentamientos humanos, de intentar reducir los costos ocasionados por dicha proliferación, de intentar proteger áreas productivas y naturales y, desde luego, de tratar de recuperar la actividad social y el dinamismo económico que alguna vez tuviera el centro histórico, los municipios del área metropolitana, particularmente Guadalajara, le están apostando ala redensificación del centro histórico y áreas pertenecientes al gran núcleo central de la ciudad.
Habría que tomar en cuenta, además una serie de consideraciones:
- Que el manejo del presupuesto federal se conjugue condicionadamente a una partida estatal, a una de la ciudad receptora, y a la aportación proporcional de los beneficiarios directos e indirectos, ya que sólo de esta manera se puede potenciar el recurso necesario para su implementación. Desde luego, con transparencia y claridad en las cuentas.
- Que el programa pueda ser implementado no sólo para el polígono conformado por el centro histórico o parte de él, sino también para aquellas áreas que, perteneciendo al actual núcleo del tejido urbano metropolitano, se establezcan como aptas para la redensificación y potenciales para su revitalización integral.
- Que se considere la incorporación, no sólo de programas de vivienda, sino también, según el caso, acciones para ejercicios de revitalización integral, incorporando proyectos de mejoramiento del comercio, de la microindustria, de espacios culturales y proyectos de aquellas áreas verdes o abiertas que permitan el fortalecimiento de redes comunitarias. Es decir, que los programas de vivienda tenga una visión sinérgica a fin de reactivar o impulsar económicamente áreas urbanas en estado de abandono. Finalmente, que pueda integrarse a un programa general de movilidad alternativa a la motorizada.
- Cabe hacer mención de que, un programa de redensificación en el centro histórico, marchará en sentido contrario al proceso histórico de desarrollo urbano y sus respectivos cambios de uso del suelo, por lo que, “recuperar” los usos históricos, y no se diga el redensificar, vendrá a repercutir en enormes costos financieros para que dicho programa tenga éxito. Por ello, habría que señalar que el programa per se, no va a resolver el mayor problema de los asentamientos humanos dispersos ocupando áreas naturales o áreas de riesgo, que viene a ser la vivienda de interés social.