Por Arq. Lilliane Ponce
El recuento de los daños….
Yo, el lunes 22 de septiembre, no emití CO2 de manera directa, y esa es una buena, muy buena noticia; pero, ¿y todo lo demás…?
Pensar en no utilizar el automóvil un día al año, para quienes es nuestro medio de transporte diario, no es una carga o un problema; a mi juicio, lo más importante de la hazaña, es no haber emitido, de manera directa, CO2 por un día, es decir, una aportación personal al bien común, a mejorar el medio ambiente.
Pero por otro lado esta sola experiencia, que podríamos replicar por lo menos una vez al mes, se quedaría corta sin intentar una reflexión más profunda. Son muchos los temas, tiempos, costos, condiciones
Iniciaré con el tiempo: Aunque las referencias utilizadas serán de mi tiempo, la reflexión va en el sentido de cómo nos veríamos impactados todos los ciudadanos que tomáramos la decisión de dejar el auto y eligiéramos la alternativa del transporte público. Normalmente mi trayecto de la casa a la ESARQ y viceversa me toma entre 15 y 20 minutos, muy pocas veces más que eso. Los trayectos realizados ayer en un esquema de caminar y usar el transporte urbano, me llevaron entre 1 hora y 1 hora 20 minutos… No se trata de poder llegar “pronto” sólo por el hecho mismo; es un tema de productividad, se trata de que podamos dedicarle ese tiempo a todas nuestras actividades, familia, estudio, trabajo y labores del hogar, más que a permanecer de pie y luchando, literalmente, por no caer de un autobús.
Los costos: Ayer, para mis dos trayectos hacia mi lugar de trabajo, tomé ocho camiones, dos por trayecto, seis de ellos con un costo de 6.00 pesos y dos con un costo de 12.00 pesos, un total de 60 pesos; mi gasto directo diario en gasolina está entre 45 y 50 pesos. Debo además admitir, con pena, que mi auto no tiene un consumo sustentable de gasolina, y aunque tener auto propio implica otra serie de gastos, el costo directo por día resultó superior.
Perdón por tan chocante comparación, pero en París un mes de transporte público: metro, tranvía y camión tiene un costo de 65 euros, es decir unos 1,170 pesos; 30 días de trayecto en Guadalajara en «nuestros» camiones costaría 1,800 pesos…
El transporte público no es predecible ni en frecuencia de paso ni en tiempo de trayecto, tampoco podemos saber si el conductor detendrá su marcha cuando pidas la parada o la bajada… Los camiones, de manera general, están sucios, son una marimba andante, el ruido de la máquina y de la carrocería no permite siquiera conversar, bueno, ni siquiera preguntarle a la persona que viaja al lado hacia dónde se dirige; el sobrecupo es “obsceno”. Las condiciones laborales de los operarios así lo provocan; los choferes, de quienes tanto renegamos, están sometidos a terribles jornadas de trabajo, a conducir y cobrar al mismo tiempo, a tomar rutas que en ocasiones, hasta para un auto de medianas proporciones son altamente complicadas, a recibir, casi “per se” insultos y malos modos, sobre todo de los automovilistas; todo esto, aunado a que van hablando por teléfono, contando boletos, contando dinero… hace de los trayectos una verdadera ruleta rusa.
Las condiciones son el tema, no sólo del transporte público, sino lo que es aún más grave y triste: nuestras calles y banquetas, obstáculos peligrosos en sí mismos y que, en el caso de las banquetas, sirven de todo, de estacionamiento, de restaurante, de puestos de periódicos, de todo, menos como una vía segura para el peatón; están destruidas, levantadas por raíces de árboles, recubiertas de materiales inadecuados, con escalones, pendientes, y lo más triste invadidas por coches, automovilistas que han olvidado que, antes de serlo, ellos y sus familiares son también peatones.
Un día sin auto, SÍ, no emitiremos de manera directa CO2, y eso es muy importante, pero ¿qué sigue?
LPG
Te felicito por hacer este experimento y por documentarlo en el blog. El tema del transporte público se me hace muy relevante para sel el tema del semestre en la ESARQ. ¿Podrías continuar escribiendo sobre el tema? Sobre todo, de los avances en este campo, si es que haya, y cómo se está trabajando desde la arquitectura, la política, la economía, la planeación de la ciudad. ¿Qué dice el gobierno?